Voy...
Y en la ida se arropa la nostalgia
con su mano de ausencias.
No conozco el retraso.
No conozco estaciones que demoren
la marcha irremediable.
Al hombro mi equipaje incierto de horizontes.
Voy
en un vagón de urbanas perspectivas.
Huele a sudor de asfalto.
Llora el ángel caído
por la mejilla gris de los que agitan
sus pañuelos al frío.
Mi asiento no soporta el peso de los hombres
que olvidaron sus sombras.
Y voy...
Extraña al mestizaje de abrazo y despedida.
A cuestas todo el ayer de golpe.
Repleto el envoltorio para ir,
para seguir,
para vivir llegando
cada día.