Escondido permanece y espera. El tiempo le confiere el color del olvido, el aroma que impregna la quietud de sus páginas, las palabras que duermen un sueño sin retorno.
Permanece en el arcón. Testigo, guardián a veces, de amaneceres con nombre de mujer.
Y espera que pedazos de historia despierten a la vida que camina y resiste, que una mirada larga lo acaricie despacio y puedan ser leídos los versos nunca escritos.
Entre manchas de tinta sigue latiendo todavía.