En tardes como esta
la soledad respira, como un perro dormido,
junto a mí. Me acompaña.
Aguarda el silencio del mundo para lamer mis sienes,
recorrer las hojas de una agenda que oculta
un lugar y una fecha,
un renglón sin historia.
Podría escribir tu nombre
y en un papel cualquiera devolverte a la vida.
Mas la memoria quiere perderse entre la niebla.
Aún me sobra el dolor.
Puede que un día,
cuando el tiempo disponga
una manera nueva de habitar la distancia,
retornes a las notas de mi canto.
Algún día,
cuando el tiempo disponga.
Cuando, al fin,
no te olvide.
No hay comentarios:
Publicar un comentario