en aquel calendario del año 86.
Intacto,
permanece guardado en el cajón.
Aún desprenden sus hojas un olor amarillo.
No hay marcas que dotaran a alguno de sus números
de un color especial.
Los días y los meses ya vencidos no cesan de morir.
Le pregunto a mi suerte y me pregunto:
por qué tanto abandono...
Quién levantó los muros y detuvo mi marcha...
Es la venganza de todo lo perdido.
Si he de rendir cuentas,
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