Un aroma humeante se expande por la casa.
Inicio el ritual:
escojo una camisa mal planchada,
me ajusto el cinturón,
y apuro con premura una taza de café.
Escucho las noticias.
Deja un regusto amargo el café muy cargado.
Y busco en los bolsillos
las llaves y el motivo de la lucha,
la razón de existir,
el precio de estar vivos.
Dónde aferrarnos...
Deja un regusto amargo
el pan recién tostado y el dolor de los otros.
Seguir, seguir tan solo.
Caminar hacia un norte que apenas se vislumbra.
Seguir tan solo. Seguir, sin más certeza
que el aliento del mundo.
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