Errantes, frente a la noche solos. Con la palabra como única compañía. La palabra hecha canto. La palabra como salvación, como catarsis. Mientras la luz nos niegue.

sábado, 25 de febrero de 2017

MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS

Sentada en el sillón,
al brillo de una lámpara,
aguardaré detrás de las persianas.
Después,
cuando culmine el sol,
perdurarán las cosas que tanto amé...

Aquel libro de páginas muy blancas
que a ratos escribí,
y un poema sin firma,
y mis años tan quietos en el álbum de agua
que baña mis rodillas y me inunda,
trago a trago,
de vida.

La estancia va amueblando sus rincones
de momentos y risas.
Por las rancias techumbres cuelgan racimos
de un fruto inalcanzable.
Y mis años tan quietos en el álbum que evoca la realidad
cuajada de existencias,
la realidad que fue
y que hoy invento.

Una mancha de tinta y una letra imprecisa
cierran historias de soles que culminan,
de renglones intactos que pasaron sin gloria.
Historias entre líneas de escarpada andadura,
que insisten, que perviven detrás de las persianas,
junto a las cosas que tanto amé.

domingo, 19 de febrero de 2017

MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS

Mi silencio...

Perdido acantilado donde el dolor se escucha,
donde el placer se esconde
y vivir es leyenda interminable
para fingir que soy
silueta en su cristal de fantasías.

Vengo de tu silencio y a mi silencio voy.

Tal vez resurja el alba y me seduzca
su resplandor naciente,
abandone mi lecho como amante
que deja entre las sábanas
una pasión prohibida,
para huir,
correr por el largo vacío de su voz,
beber la última gota de su fuente
y hartarme su manar
que en mi ayuno es el pan que me alimenta.

Vengo de tu silencio.
Traigo muda la entraña
y sordos los sepulcros de mis senos dormidos.
Y a mi silencio voy.
Errante.
Doliente como el sol de atardecida.

domingo, 12 de febrero de 2017

MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS

Cuántos atardeceres han pasado conmigo,
se han sentado conmigo detrás de los cristales...

He perdido la cuenta.

Sabían dónde hallarme,
donde el recuerdo resume la existencia,
donde el tedio se viste de finas porcelanas
que adornan los estantes,
desnudas,
bajo el polvo.

Engendraron poemas
-quién salvará mis versos del olvido-,
plasmaron en el lienzo el color de la tierra.

El crepúsculo anuncia
que el cielo se abandona a sus fantasmas.
Hay tanto por hacer...

He perdido la cuenta.


domingo, 5 de febrero de 2017

MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS

Nunca sabré si mereció la pena
construir mi mañana desde la soledad.
Si fue preciso habitar sus abismos,
la oquedad de las horas,
tejer y destejer los deseos tardíos.

Nunca sabré si la casa tan blanca,
tupida de geranios,
siempre aguardó con las puertas abiertas;
si unos versos de sal
nacieron al bautismo de un mar sereno;
si desde esta soledad se abrieron los caminos
al mar de mis orillas,
a la casa encalada,
a tardes que dibujan las noches con sus lunas.

Nunca sabré si eran sueños cumplidos
o era el destino:
ofrendas con que a veces la vida nos sorprende,
o final de un trayecto que recorrí a su tiempo.

Nunca sabré si mereció la pena.

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