Mi silencio...
Perdido acantilado donde el dolor se escucha,
donde el placer se esconde
y vivir es leyenda interminable
para fingir que soy
silueta en su cristal de fantasías.
Vengo de tu silencio y a mi silencio voy.
Tal vez resurja el alba y me seduzca
su resplandor naciente,
abandone mi lecho como amante
que deja entre las sábanas
una pasión prohibida,
para huir,
correr por el largo vacío de su voz,
beber la última gota de su fuente
y hartarme su manar
que en mi ayuno es el pan que me alimenta.
Vengo de tu silencio.
Traigo muda la entraña
y sordos los sepulcros de mis senos dormidos.
Y a mi silencio voy.
Errante.
Doliente como el sol de atardecida.
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