Dejo el balcón abierto.
A la hora pactada.
Después de andar caminos arrastrando la vida,
retorno a la cadencia de un verso que me eleva
y me salva del mundo.
He de partir y quiero
volver la vista atrás.
Que ese resto de vida que me falta
se asome a despedirme.
No llevaré equipaje, acaso,
los recuerdos de un tiempo que me pesa
y siempre me acompaña.
Oigo la voz del aire que me inicia
en su peregrinar,
y me invita a levantar el vuelo
cuando la huella marque su levedad.
Solo entonces
será mi rastro de agua.
Y besaré la tierra cuando regrese un día.
La tierra que hoy me lleva
y apoyó la caída tantas veces...
Es hora de partir.
Dejo el balcón abierto
a mis ojos transidos del cerco de la tarde.
Dejo el balcón abierto
y una página en blanco que espera
tras la niebla.
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