Una gota tan solo es un torrente
si es última en la copa y,
confundida,
anega mi garganta y me desborda
en hábitos de sed.
Una gota tan solo es el hartazgo
bebida sin escrúpulo,
la punzada en el sorbo cuando el vaso
agota la embriaguez y me reserva
la lucidez más cruda.
Una gota, entre muchas,
fluye como la lava,
hiriendo los brocales del pozo de mis labios
en ascuas.
Una gota me sabe a tarde que culmina,
a nada y tarde,
a vidrios contra el suelo consumados los brindis,
exprimida la queja donde mi paz se enerva.
La queja, la acompasada queja
que enloquece en su canto
gota a gota.
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