Será tarde
para aliviar la pena de saberme leyenda de una historia
jamás acontecida.
Tarde
cuando bajen del pecho los lentos desengaños.
Los dejaré rodar como pedradas.
Y cerraré la puerta de esta casa que habito y que comparte
el pan del mediodía.
Esta casa que aguarda
cuando todos recogen sus pocas pertenencias
y se marchan aligerando el tedio, la esperanza,
el cigarrillo apenas consumido.
Y cerraré la puerta.
Hay sitio en esta casa para el hombre
que suelta sus cadenas y redime
tanto perdón sin culpa.
Para el hombre que espera en el umbral...
Y se hace tarde.
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