Tiemblo
por esta piel de otoño ya marchita.
Pasaron los otoños,
los inviernos por ella
y alguna primavera.
Son restos de otra piel que fui tejiendo
golpe a golpe de estíos,
de constancia.
Otra piel curtida de mañanas,
cuando el mañana abría sus fronteras
en un tañer de auroras sensitivas,
contagiadas de sol,
hurtando a la distancia su aventura,
dispuestos a avanzar por sus veredas.
Y aquel mañana,
por siempre inalcanzable,
me hizo perder la fe.
Hoy tiemblo
en esta cama de reposar otoños,
inviernos, y alguna primavera.
Donde zurzo mi piel
para abrigar sus fríos.
Donde no digo adiós,
tal vez,
hasta mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario