No olvidaré aquel tiempo...
Nacíamos cada mañana de nuestra juventud
renovando deseos, la ilusión siempre alerta.
La fuerza de la vida salía a nuestro encuentro
sin poder detenerla.
Caminábamos juntos a la clase de Historia
y hacíamos novillos en Latín.
Escapábamos luego al portal
donde nos ocultábamos para estrenar
aquel juego prohibido que aprendimos
en domingos de cine y guateques en casa de Marie.
Con la guitarra al hombro saciábamos la sed de rebeldías
que un cantautor de moda proclamaba
con su voz de vinilo.
Nada es como entonces...
Tentábamos la suerte,
y el destino era un amigo extraño
que a veces nos mostraba sus arcanos,
esos que, con afán, escribieron la historia
de estos que somos hoy.
������Pero vivimos otro tiempo y la nostalgia hay que dejarla sentada en el olvido para vivir en plenitud nuestro momento. ��
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