Errantes, frente a la noche solos. Con la palabra como única compañía. La palabra hecha canto. La palabra como salvación, como catarsis. Mientras la luz nos niegue.

domingo, 30 de abril de 2017

MÍA Y LA TARDE. SOLILOQUIOS

Erguida frente a mí,
la pared, desconchada,
me adentra en sus paisajes.

Apuro el cigarrillo
y un café sin azúcar.
Me acomodo ante ella.
En el vagar del tedio
me mira, y yo la miro.
Tantas veces las horas
clavaron en mis ojos
la altivez de sus muros,
que hasta puedo tocarla
y escribir sin temor
mi nombre en los resquicios
de una albura insolente:
"Mía desde la espera,
y hacia la espera, sola".

domingo, 23 de abril de 2017

MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS

Suena la música.
Aviva mis oídos
y me concede el don
de la nostalgia.

Eran domingos
de un invierno sin sol en las ventanas,
de apuntes compartidos
y reuniones en casa de Julián.
Saciábamos la sed de rebeldías
con la guitarra al hombro
y un licor muy barato.
Moustaki era el motivo
de aquietar en mi espalda el temblor de tus dedos
recorriendo mi piel.
Sobraban las palabras.
Solo la música
y tu abrazo abarcándome.

La vida hecha de instantes.
Georges Moustaki cantando
"Ma solitude".



domingo, 16 de abril de 2017

MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS

Y tornas como niebla...

Te busco en la penumbra de los días tranquilos,
junto al fuego y la nada.
Te busco en el instante de un silencio que encuentra
la piel de otro silencio.
Te busco en la costumbre,
en el dolor que finge,
en el adiós que aguarda, 
y no te reconozco.

Como niebla te alejas...

No me alcanzan tus brazos,
fríos como la ausencia,
y soy vuelo sin alas,
ave sin nido,
apenas un retazo de luz
en tu ceguera.
















sábado, 8 de abril de 2017

MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS

Hay tardes como sombras...

Habitan los rincones de la casa vacía
y se sientan conmigo al borde de la espera.
Hay tardes que golpean las sienes,
y el recuerdo
es un niño que pide la mano que acompaña.
Es un niño que duerme,
que sueña todavía
y despierta con miedo.

Nunca el reloj detuvo sus agujas
en un tiempo que yace a orillas del olvido.
Nunca el reloj
marcó el ayer en punto
tan despacio.

Nunca...

domingo, 2 de abril de 2017

MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS

Y me encuentro de nuevo con las manos vacías...

No atesoré riquezas
ni malgasté los bienes que, generosamente,
la vida me ofrecía.
No aposté mi fortuna a una sola carta
ni vendí al diablo mi alma y mis anhelos.
Lo poco que tenía lo entregué sin reservas,
sin pedir nada a cambio.

Nada poseo, y he de avanzar.
Mis manos solo guardan unos restos de ayer.
Que nadie me reproche si me sorprenden
abriéndolas al aire,
recogiendo en sus huecos bocanadas de brisa,
para seguir viviendo.


Visitas al blog