Cruzo las calles de esta ciudad de paso.
Huyo de ti de mí,
del abismo de asfalto que separa
tu destino y el mío.
Gritas mi nombre y no te digo adiós.
Sobran las despedidas.
Ojalá que mi ausencia despierte tu mirada,
te levantes mañana y agradezcas la dicha
de habernos conocido un lunes de tormenta,
tendidos junto al fuego,
al calor del instante.
Errantes, frente a la noche solos. Con la palabra como única compañía. La palabra hecha canto. La palabra como salvación, como catarsis. Mientras la luz nos niegue.
domingo, 10 de diciembre de 2017
domingo, 26 de noviembre de 2017
MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS
Hoy remonto la cima de tu efigie serena
y me inclino ante ti,
y pronuncio tu nombre con un dolor perdido
en tu estela de sal de lágrima olvidada.
Eres la lluvia mansa con blancura de cisnes,
eres la sed y el agua para saciarme en ti.
Yo,
que nunca presentí las madrugadas
con sueños de ceniza,
soy la niebla que expande su red en las deshoras,
soy enigma en la sombra,
y en la nada renazco de morir cada día.
Quédate en mí despacio, soledad. Tómame
en este beso ausente de mis labios,
viérteme en tu silencio porque,
después de todos y de todo,
yo siempre te esperé.
y me inclino ante ti,
y pronuncio tu nombre con un dolor perdido
en tu estela de sal de lágrima olvidada.
Eres la lluvia mansa con blancura de cisnes,
eres la sed y el agua para saciarme en ti.
Yo,
que nunca presentí las madrugadas
con sueños de ceniza,
soy la niebla que expande su red en las deshoras,
soy enigma en la sombra,
y en la nada renazco de morir cada día.
Quédate en mí despacio, soledad. Tómame
en este beso ausente de mis labios,
viérteme en tu silencio porque,
después de todos y de todo,
yo siempre te esperé.
domingo, 19 de noviembre de 2017
MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS
Oscuridad, amante y diosa.
Traes la negritud del mundo en tus hechizos.
Es mi son una cadencia triste,
un consuelo cuando descalza vuelves
e invades mi secreto.
Amante fiel, coronada en el tálamo
donde mi voz eleva sus columnas
y se incrusta en tu efigie de abisales remansos.
Yo me entrego a tu ardor, y me reclino
para invocar de nuevo la semblanza
de aquel poeta en ti. Aquel
que todavía respira por tus poros
la calma de cansancio enrarecida,
el gemido triunfal de una plegaria,
el rumor de las sílabas orquestando tu danza.
Yo te recibo, amante y diosa.
Envuélveme en la tela de tu capa lunada
y anúdame a los lazos de tu enigma.
Seré poeta en ti, serás la musa
de aquel que vigilante te penetra
y roba los engendros de tu entraña.
Serás la inspiración de aquel que siembra
un campo de metáforas.
Serás refugio de aquel que escucha el hombre
y luego calla.
Traes la negritud del mundo en tus hechizos.
Es mi son una cadencia triste,
un consuelo cuando descalza vuelves
e invades mi secreto.
Amante fiel, coronada en el tálamo
donde mi voz eleva sus columnas
y se incrusta en tu efigie de abisales remansos.
Yo me entrego a tu ardor, y me reclino
para invocar de nuevo la semblanza
de aquel poeta en ti. Aquel
que todavía respira por tus poros
la calma de cansancio enrarecida,
el gemido triunfal de una plegaria,
el rumor de las sílabas orquestando tu danza.
Yo te recibo, amante y diosa.
Envuélveme en la tela de tu capa lunada
y anúdame a los lazos de tu enigma.
Seré poeta en ti, serás la musa
de aquel que vigilante te penetra
y roba los engendros de tu entraña.
Serás la inspiración de aquel que siembra
un campo de metáforas.
Serás refugio de aquel que escucha el hombre
y luego calla.
domingo, 12 de noviembre de 2017
MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS
Tiemblo
por esta piel de otoño ya marchita.
Pasaron los otoños,
los inviernos por ella
y alguna primavera.
Son restos de otra piel que fui tejiendo
golpe a golpe de estíos,
de constancia.
Otra piel curtida de mañanas,
cuando el mañana abría sus fronteras
en un tañer de auroras sensitivas,
contagiadas de sol,
hurtando a la distancia su aventura,
dispuestos a avanzar por sus veredas.
Y aquel mañana,
por siempre inalcanzable,
me hizo perder la fe.
Hoy tiemblo
en esta cama de reposar otoños,
inviernos, y alguna primavera.
Donde zurzo mi piel
para abrigar sus fríos.
Donde no digo adiós,
tal vez,
hasta mañana.
por esta piel de otoño ya marchita.
Pasaron los otoños,
los inviernos por ella
y alguna primavera.
Son restos de otra piel que fui tejiendo
golpe a golpe de estíos,
de constancia.
Otra piel curtida de mañanas,
cuando el mañana abría sus fronteras
en un tañer de auroras sensitivas,
contagiadas de sol,
hurtando a la distancia su aventura,
dispuestos a avanzar por sus veredas.
Y aquel mañana,
por siempre inalcanzable,
me hizo perder la fe.
Hoy tiemblo
en esta cama de reposar otoños,
inviernos, y alguna primavera.
Donde zurzo mi piel
para abrigar sus fríos.
Donde no digo adiós,
tal vez,
hasta mañana.
domingo, 5 de noviembre de 2017
MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS
Son las siete, y dices
que aún tenemos una ilusión pendiente,
que hay motivos para ser, para creer...
Yo te prevengo. Yo,
que envuelvo de apariencias la rutina,
tengo el temor ardiendo de certezas,
la demencia saciada de corduras,
el pulso en azogues resistiendo.
Y quisiera avistar la fantasía,
acogerla en la red de mi regazo.
Y quisiera creer que aún tenemos
una ilusión a punto,
que el placer es un don que nos transforma
cumplida la razón, pero yo,
que maquillo la farsa costra a costra
y asumo el personaje que me otorgan,
tengo el temor ardiendo de certezas.
que aún tenemos una ilusión pendiente,
que hay motivos para ser, para creer...
Yo te prevengo. Yo,
que envuelvo de apariencias la rutina,
tengo el temor ardiendo de certezas,
la demencia saciada de corduras,
el pulso en azogues resistiendo.
Y quisiera avistar la fantasía,
acogerla en la red de mi regazo.
Y quisiera creer que aún tenemos
una ilusión a punto,
que el placer es un don que nos transforma
cumplida la razón, pero yo,
que maquillo la farsa costra a costra
y asumo el personaje que me otorgan,
tengo el temor ardiendo de certezas.
domingo, 29 de octubre de 2017
MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS
Una gota tan solo es un torrente
si es última en la copa y,
confundida,
anega mi garganta y me desborda
en hábitos de sed.
Una gota tan solo es el hartazgo
bebida sin escrúpulo,
la punzada en el sorbo cuando el vaso
agota la embriaguez y me reserva
la lucidez más cruda.
Una gota, entre muchas,
fluye como la lava,
hiriendo los brocales del pozo de mis labios
en ascuas.
Una gota me sabe a tarde que culmina,
a nada y tarde,
a vidrios contra el suelo consumados los brindis,
exprimida la queja donde mi paz se enerva.
La queja, la acompasada queja
que enloquece en su canto
gota a gota.
si es última en la copa y,
confundida,
anega mi garganta y me desborda
en hábitos de sed.
Una gota tan solo es el hartazgo
bebida sin escrúpulo,
la punzada en el sorbo cuando el vaso
agota la embriaguez y me reserva
la lucidez más cruda.
Una gota, entre muchas,
fluye como la lava,
hiriendo los brocales del pozo de mis labios
en ascuas.
Una gota me sabe a tarde que culmina,
a nada y tarde,
a vidrios contra el suelo consumados los brindis,
exprimida la queja donde mi paz se enerva.
La queja, la acompasada queja
que enloquece en su canto
gota a gota.
domingo, 22 de octubre de 2017
MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS
A espaldas de la piedra,
rompe la soledad,
emergen los abismos,
se aprenden los atajos del silencio.
Queda esperar,
siquiera frente al alba.
Esperar su resplandor naciente,
abrir al mirador del aire
el alma que me sobra.
Que se arañe de brisas,
que estalle, cual diluvio de besos,
en las bocas sedientas,
que perciba en su vuelo
la levedad del pájaro en la rama.
Una calle desierta me invita a transitar,
y camino sin rumbo.
Por las anchas aceras habitan los portales
y el alba entra.
Yo la sigo por el largo pasillo de su voz.
Nada detiene.
No hay llaves que sepulten el alma que aún me habita.
Nada detiene.
No hay tiempo ni memoria
a espaldas de la piedra.
rompe la soledad,
emergen los abismos,
se aprenden los atajos del silencio.
Queda esperar,
siquiera frente al alba.
Esperar su resplandor naciente,
abrir al mirador del aire
el alma que me sobra.
Que se arañe de brisas,
que estalle, cual diluvio de besos,
en las bocas sedientas,
que perciba en su vuelo
la levedad del pájaro en la rama.
Una calle desierta me invita a transitar,
y camino sin rumbo.
Por las anchas aceras habitan los portales
y el alba entra.
Yo la sigo por el largo pasillo de su voz.
Nada detiene.
No hay llaves que sepulten el alma que aún me habita.
Nada detiene.
No hay tiempo ni memoria
a espaldas de la piedra.
domingo, 15 de octubre de 2017
MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS
Sobre piedra renazco.
Descorro las cortinas.
Sobre piedra
la mañana es un paisaje herido.
Amanecen las calles
al otoño sin flor de los balcones.
Bajo nubes mugrientas
se asientan los suburbios
y parecen perderse a humos de la luz.
Despierto igual que ayer
y a la hora de siempre.
La memoria golpea en los espejos
pero nadie responde. Nadie.
Ni siquiera un recuerdo
que temblara en los ojos vacíos
de aquella que se fue,
aquella que se escapa día a día,
sin ruido,
por mañanas idénticas,
rotas las suelas,
a tientas por la selva de cemento.
Aquella que se fue
nunca regresa.
Y vuelvo sola.
Despojada de mí
renazco de morir cada mañana
mientras calla el reloj del último minuto,
mientras la lluvia prende
sobre piedra.
Descorro las cortinas.
Sobre piedra
la mañana es un paisaje herido.
Amanecen las calles
al otoño sin flor de los balcones.
Bajo nubes mugrientas
se asientan los suburbios
y parecen perderse a humos de la luz.
Despierto igual que ayer
y a la hora de siempre.
La memoria golpea en los espejos
pero nadie responde. Nadie.
Ni siquiera un recuerdo
que temblara en los ojos vacíos
de aquella que se fue,
aquella que se escapa día a día,
sin ruido,
por mañanas idénticas,
rotas las suelas,
a tientas por la selva de cemento.
Aquella que se fue
nunca regresa.
Y vuelvo sola.
Despojada de mí
renazco de morir cada mañana
mientras calla el reloj del último minuto,
mientras la lluvia prende
sobre piedra.
domingo, 24 de septiembre de 2017
MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS
Pronto, muy pronto,
mudaremos el traje que nos viste,
cambiaremos el corazón de sitio,
brotaremos al soplo que no cesa:
huracán de plumas
que nos mueve en sus cimbres.
Entonces pensaremos que nada fue real,
que todo fue un pasar entre tinieblas.
Podremos emprender la caminata temprano,
cuando el deseo se aloje en cada instinto
y arrecien madrugadas donde aventar querencias.
Besaremos la tierra que guía y nos sustenta
y partiremos hacia cualquier destino,
Poeta y Hombre juntos.
Y marcharemos firmes, con la mirada fija,
allá,
donde la luz alcance a alumbrar libertades,
donde la luz oriente los comienzos.
mudaremos el traje que nos viste,
cambiaremos el corazón de sitio,
brotaremos al soplo que no cesa:
huracán de plumas
que nos mueve en sus cimbres.
Entonces pensaremos que nada fue real,
que todo fue un pasar entre tinieblas.
Podremos emprender la caminata temprano,
cuando el deseo se aloje en cada instinto
y arrecien madrugadas donde aventar querencias.
Besaremos la tierra que guía y nos sustenta
y partiremos hacia cualquier destino,
Poeta y Hombre juntos.
Y marcharemos firmes, con la mirada fija,
allá,
donde la luz alcance a alumbrar libertades,
donde la luz oriente los comienzos.
domingo, 17 de septiembre de 2017
MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS
Peregrina
hacia un lugar donde batirme en duelo
con la niña de agua que me crece.
Peregrina desde la entraña muda,
oculta en las ruinas,
atenta al corazón que se desborda,
en hálito febril,
por las prietas murallas de la carne.
Fugitiva en la niña que confiesa mis ansias
voy
hasta donde se mecen los primeros arrullos,
la caricia rendida arrancada de un tiempo
que conmigo camina.
Un tiempo que me niega
y siempre me acompaña.
Al acecho,
velo a la niña que reposa
en mi pecho de espumas,
y un corazón se tiende
y hace playa en su vientre.
Vierte la niña la sangre de mis venas
para nadar a orillas de azules transparentes,
para crecer en aguas con blancura de cisnes.
Peregrina de arenas.
Fugitiva de un tiempo que a mi lado camina.
hacia un lugar donde batirme en duelo
con la niña de agua que me crece.
Peregrina desde la entraña muda,
oculta en las ruinas,
atenta al corazón que se desborda,
en hálito febril,
por las prietas murallas de la carne.
Fugitiva en la niña que confiesa mis ansias
voy
hasta donde se mecen los primeros arrullos,
la caricia rendida arrancada de un tiempo
que conmigo camina.
Un tiempo que me niega
y siempre me acompaña.
Al acecho,
velo a la niña que reposa
en mi pecho de espumas,
y un corazón se tiende
y hace playa en su vientre.
Vierte la niña la sangre de mis venas
para nadar a orillas de azules transparentes,
para crecer en aguas con blancura de cisnes.
Peregrina de arenas.
Fugitiva de un tiempo que a mi lado camina.
domingo, 10 de septiembre de 2017
MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS
Será tarde
para aliviar la pena de saberme leyenda de una historia
jamás acontecida.
Tarde
cuando bajen del pecho los lentos desengaños.
Los dejaré rodar como pedradas.
Y cerraré la puerta de esta casa que habito y que comparte
el pan del mediodía.
Esta casa que aguarda
cuando todos recogen sus pocas pertenencias
y se marchan aligerando el tedio, la esperanza,
el cigarrillo apenas consumido.
Y cerraré la puerta.
Hay sitio en esta casa para el hombre
que suelta sus cadenas y redime
tanto perdón sin culpa.
Para el hombre que espera en el umbral...
Y se hace tarde.
para aliviar la pena de saberme leyenda de una historia
jamás acontecida.
Tarde
cuando bajen del pecho los lentos desengaños.
Los dejaré rodar como pedradas.
Y cerraré la puerta de esta casa que habito y que comparte
el pan del mediodía.
Esta casa que aguarda
cuando todos recogen sus pocas pertenencias
y se marchan aligerando el tedio, la esperanza,
el cigarrillo apenas consumido.
Y cerraré la puerta.
Hay sitio en esta casa para el hombre
que suelta sus cadenas y redime
tanto perdón sin culpa.
Para el hombre que espera en el umbral...
Y se hace tarde.
domingo, 3 de septiembre de 2017
MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS
Crecen las sombras,
y un silencio de voces estremece
el color de la tarde.
Crecen. Como el vacío, crecen.
Abrazan y se aferran a los cuerpos que yacen
y ocultan la esperanza y el miedo entre los labios.
Crecen. Como la ausencia, crecen.
El cielo es un adiós que llora en cada pecho.
La tierra su sendero.
Crecen. Como el recuerdo, crecen.
La tierra es el destino que lleva y no conoce
regresos que rediman la herida de la piedra.
Crecen. Como el olvido, crecen.
El cielo es el adiós.
La tierra su camino.
y un silencio de voces estremece
el color de la tarde.
Crecen. Como el vacío, crecen.
Abrazan y se aferran a los cuerpos que yacen
y ocultan la esperanza y el miedo entre los labios.
Crecen. Como la ausencia, crecen.
El cielo es un adiós que llora en cada pecho.
La tierra su sendero.
Crecen. Como el recuerdo, crecen.
La tierra es el destino que lleva y no conoce
regresos que rediman la herida de la piedra.
Crecen. Como el olvido, crecen.
El cielo es el adiós.
La tierra su camino.
sábado, 1 de julio de 2017
MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS
Voy...
Y en la ida se arropa la nostalgia
con su mano de ausencias.
No conozco el retraso.
No conozco estaciones que demoren
la marcha irremediable.
Al hombro mi equipaje incierto de horizontes.
Voy
en un vagón de urbanas perspectivas.
Huele a sudor de asfalto.
Llora el ángel caído
por la mejilla gris de los que agitan
sus pañuelos al frío.
Mi asiento no soporta el peso de los hombres
que olvidaron sus sombras.
Y voy...
Extraña al mestizaje de abrazo y despedida.
A cuestas todo el ayer de golpe.
Repleto el envoltorio para ir,
para seguir,
para vivir llegando
cada día.
Y en la ida se arropa la nostalgia
con su mano de ausencias.
No conozco el retraso.
No conozco estaciones que demoren
la marcha irremediable.
Al hombro mi equipaje incierto de horizontes.
Voy
en un vagón de urbanas perspectivas.
Huele a sudor de asfalto.
Llora el ángel caído
por la mejilla gris de los que agitan
sus pañuelos al frío.
Mi asiento no soporta el peso de los hombres
que olvidaron sus sombras.
Y voy...
Extraña al mestizaje de abrazo y despedida.
A cuestas todo el ayer de golpe.
Repleto el envoltorio para ir,
para seguir,
para vivir llegando
cada día.
domingo, 11 de junio de 2017
MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS
Nadie. No queda nadie.
A la luz mortecina de una farola vieja,
la silueta de un cuerpo teñido de cemento.
Ebria de alcohol y humo,
la calle es un rosario de esperanzas desiertas.
Soledades de asfalto.
La calle es una selva con nombres y apellidos.
Pero no queda nadie.
La silueta de un cuerpo se busca vacilante
trago a trago, y encuentra,
podrida en los escombros de la última noche,
su última mentira. Trago a trago.
Y un hombre que va consigo mismo ahogando su delirio,
deshojando la vida entre golpes de esquinas.
La silueta de un hombre que habla solo y le basta
para romper mutismos
cuando el mutismo es pacto de silencios ajenos.
Nadie. No queda nadie.
La silueta de un hombre que va consigo mismo,
que habla solo y le basta cuando todos se han ido.
A la luz mortecina de una farola vieja,
la silueta de un cuerpo teñido de cemento.
Ebria de alcohol y humo,
la calle es un rosario de esperanzas desiertas.
Soledades de asfalto.
La calle es una selva con nombres y apellidos.
Pero no queda nadie.
La silueta de un cuerpo se busca vacilante
trago a trago, y encuentra,
podrida en los escombros de la última noche,
su última mentira. Trago a trago.
Y un hombre que va consigo mismo ahogando su delirio,
deshojando la vida entre golpes de esquinas.
La silueta de un hombre que habla solo y le basta
para romper mutismos
cuando el mutismo es pacto de silencios ajenos.
Nadie. No queda nadie.
La silueta de un hombre que va consigo mismo,
que habla solo y le basta cuando todos se han ido.
domingo, 4 de junio de 2017
MÍA Y LA TARDE. SOLILOQUIOS
Hay silencio de alcobas
y es noche en las alturas.
Más abajo la carne se desnuda
de piel y de costumbre.
El alma es todo sombra,
la sombra es solo luz envejecida.
El alma es todo sombra de toda luz ausente.
Falsa quietud de lunas,
falsa apariencia.
Quién puede detener
la marcha del reloj en cada estrella.
Quién puede transgredir
el círculo vicioso de ser hombre.
Dormir,
tal vez huir con los ojos cerrados.
Huir
y regresar con los ojos vacíos.
Despertar
aventurando el llanto y la sonrisa.
Comenzar otro ayer
y seguir
sabiéndonos olvido.
y es noche en las alturas.
Más abajo la carne se desnuda
de piel y de costumbre.
El alma es todo sombra,
la sombra es solo luz envejecida.
El alma es todo sombra de toda luz ausente.
Falsa quietud de lunas,
falsa apariencia.
Quién puede detener
la marcha del reloj en cada estrella.
Quién puede transgredir
el círculo vicioso de ser hombre.
Dormir,
tal vez huir con los ojos cerrados.
Huir
y regresar con los ojos vacíos.
Despertar
aventurando el llanto y la sonrisa.
Comenzar otro ayer
y seguir
sabiéndonos olvido.
domingo, 28 de mayo de 2017
MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS
Hoy
deja un hueco vacío.
Escapó sin ruido de las manos del tiempo,
en la hora más negra,
cuando todo es olvido.
Hoy,
como agua que corre,
como río que tiembla hacia el mar de su muerte,
como nieve perpetua en la copa del frío,
se vistió de ruinas,
y un viento de murallas pobló con sus despojos
la huella que lo ofende.
Se vistió de ruinas.
Y crujió como piedra en las sienes del aire.
deja un hueco vacío.
Escapó sin ruido de las manos del tiempo,
en la hora más negra,
cuando todo es olvido.
Hoy,
como agua que corre,
como río que tiembla hacia el mar de su muerte,
como nieve perpetua en la copa del frío,
se vistió de ruinas,
y un viento de murallas pobló con sus despojos
la huella que lo ofende.
Se vistió de ruinas.
Y crujió como piedra en las sienes del aire.
domingo, 21 de mayo de 2017
MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS
Dejo el balcón abierto.
A la hora pactada.
Después de andar caminos arrastrando la vida,
retorno a la cadencia de un verso que me eleva
y me salva del mundo.
He de partir y quiero
volver la vista atrás.
Que ese resto de vida que me falta
se asome a despedirme.
No llevaré equipaje, acaso,
los recuerdos de un tiempo que me pesa
y siempre me acompaña.
Oigo la voz del aire que me inicia
en su peregrinar,
y me invita a levantar el vuelo
cuando la huella marque su levedad.
Solo entonces
será mi rastro de agua.
Y besaré la tierra cuando regrese un día.
La tierra que hoy me lleva
y apoyó la caída tantas veces...
Es hora de partir.
Dejo el balcón abierto
a mis ojos transidos del cerco de la tarde.
Dejo el balcón abierto
y una página en blanco que espera
tras la niebla.
A la hora pactada.
Después de andar caminos arrastrando la vida,
retorno a la cadencia de un verso que me eleva
y me salva del mundo.
He de partir y quiero
volver la vista atrás.
Que ese resto de vida que me falta
se asome a despedirme.
No llevaré equipaje, acaso,
los recuerdos de un tiempo que me pesa
y siempre me acompaña.
Oigo la voz del aire que me inicia
en su peregrinar,
y me invita a levantar el vuelo
cuando la huella marque su levedad.
Solo entonces
será mi rastro de agua.
Y besaré la tierra cuando regrese un día.
La tierra que hoy me lleva
y apoyó la caída tantas veces...
Es hora de partir.
Dejo el balcón abierto
a mis ojos transidos del cerco de la tarde.
Dejo el balcón abierto
y una página en blanco que espera
tras la niebla.
domingo, 30 de abril de 2017
MÍA Y LA TARDE. SOLILOQUIOS
Erguida frente a mí,
la pared, desconchada,
me adentra en sus paisajes.
Apuro el cigarrillo
y un café sin azúcar.
Me acomodo ante ella.
En el vagar del tedio
me mira, y yo la miro.
Tantas veces las horas
clavaron en mis ojos
la altivez de sus muros,
que hasta puedo tocarla
y escribir sin temor
mi nombre en los resquicios
de una albura insolente:
"Mía desde la espera,
y hacia la espera, sola".
la pared, desconchada,
me adentra en sus paisajes.
Apuro el cigarrillo
y un café sin azúcar.
Me acomodo ante ella.
En el vagar del tedio
me mira, y yo la miro.
Tantas veces las horas
clavaron en mis ojos
la altivez de sus muros,
que hasta puedo tocarla
y escribir sin temor
mi nombre en los resquicios
de una albura insolente:
"Mía desde la espera,
y hacia la espera, sola".
domingo, 23 de abril de 2017
MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS
Suena la música.
Aviva mis oídos
y me concede el don
de la nostalgia.
Eran domingos
de un invierno sin sol en las ventanas,
de apuntes compartidos
y reuniones en casa de Julián.
Saciábamos la sed de rebeldías
con la guitarra al hombro
y un licor muy barato.
Moustaki era el motivo
de aquietar en mi espalda el temblor de tus dedos
recorriendo mi piel.
Sobraban las palabras.
Solo la música
y tu abrazo abarcándome.
La vida hecha de instantes.
Georges Moustaki cantando
"Ma solitude".
Aviva mis oídos
y me concede el don
de la nostalgia.
Eran domingos
de un invierno sin sol en las ventanas,
de apuntes compartidos
y reuniones en casa de Julián.
Saciábamos la sed de rebeldías
con la guitarra al hombro
y un licor muy barato.
Moustaki era el motivo
de aquietar en mi espalda el temblor de tus dedos
recorriendo mi piel.
Sobraban las palabras.
Solo la música
y tu abrazo abarcándome.
La vida hecha de instantes.
Georges Moustaki cantando
"Ma solitude".
domingo, 16 de abril de 2017
MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS
Y tornas como niebla...
Te busco en la penumbra de los días tranquilos,
junto al fuego y la nada.
Te busco en el instante de un silencio que encuentra
la piel de otro silencio.
Te busco en la costumbre,
en el dolor que finge,
en el adiós que aguarda,
y no te reconozco.
Como niebla te alejas...
No me alcanzan tus brazos,
fríos como la ausencia,
y soy vuelo sin alas,
ave sin nido,
apenas un retazo de luz
en tu ceguera.
Te busco en la penumbra de los días tranquilos,
junto al fuego y la nada.
Te busco en el instante de un silencio que encuentra
la piel de otro silencio.
Te busco en la costumbre,
en el dolor que finge,
en el adiós que aguarda,
y no te reconozco.
Como niebla te alejas...
No me alcanzan tus brazos,
fríos como la ausencia,
y soy vuelo sin alas,
ave sin nido,
apenas un retazo de luz
en tu ceguera.
sábado, 8 de abril de 2017
MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS
Hay tardes como sombras...
Habitan los rincones de la casa vacía
y se sientan conmigo al borde de la espera.
Hay tardes que golpean las sienes,
y el recuerdo
es un niño que pide la mano que acompaña.
Es un niño que duerme,
que sueña todavía
y despierta con miedo.
Nunca el reloj detuvo sus agujas
en un tiempo que yace a orillas del olvido.
Nunca el reloj
marcó el ayer en punto
tan despacio.
Nunca...
Habitan los rincones de la casa vacía
y se sientan conmigo al borde de la espera.
Hay tardes que golpean las sienes,
y el recuerdo
es un niño que pide la mano que acompaña.
Es un niño que duerme,
que sueña todavía
y despierta con miedo.
Nunca el reloj detuvo sus agujas
en un tiempo que yace a orillas del olvido.
Nunca el reloj
marcó el ayer en punto
tan despacio.
Nunca...
domingo, 2 de abril de 2017
MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS
Y me encuentro de nuevo con las manos vacías...
No atesoré riquezas
ni malgasté los bienes que, generosamente,
la vida me ofrecía.
No aposté mi fortuna a una sola carta
ni vendí al diablo mi alma y mis anhelos.
Lo poco que tenía lo entregué sin reservas,
sin pedir nada a cambio.
Nada poseo, y he de avanzar.
Mis manos solo guardan unos restos de ayer.
Que nadie me reproche si me sorprenden
abriéndolas al aire,
recogiendo en sus huecos bocanadas de brisa,
para seguir viviendo.
No atesoré riquezas
ni malgasté los bienes que, generosamente,
la vida me ofrecía.
No aposté mi fortuna a una sola carta
ni vendí al diablo mi alma y mis anhelos.
Lo poco que tenía lo entregué sin reservas,
sin pedir nada a cambio.
Nada poseo, y he de avanzar.
Mis manos solo guardan unos restos de ayer.
Que nadie me reproche si me sorprenden
abriéndolas al aire,
recogiendo en sus huecos bocanadas de brisa,
para seguir viviendo.
domingo, 26 de marzo de 2017
MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS
A veces me pregunto
si alguna vez me amaron,
si alguna vez amé.
Podría ser que sí:
la pasión no mentía,
ni el placer,
ni el deseo.
Mas después de la entrega
buscábamos el otro, perdidos,
en la alcoba;
callados, frente a frente;
a oscuras, sin sentirnos.
Qué más puede ofrecer
el cuerpo que aprendió
a borrar las caricias de otras manos,
a escupir otros besos,
a medirse en la herida.
Si alguna vez me amaron,
si alguna vez amé,
se hizo tarde en el tiempo.
Para qué desvivir las horas rotas.
Aún queda el corazón,
queda el poema
en tardes como esta,
sin regreso.
si alguna vez me amaron,
si alguna vez amé.
Podría ser que sí:
la pasión no mentía,
ni el placer,
ni el deseo.
Mas después de la entrega
buscábamos el otro, perdidos,
en la alcoba;
callados, frente a frente;
a oscuras, sin sentirnos.
Qué más puede ofrecer
el cuerpo que aprendió
a borrar las caricias de otras manos,
a escupir otros besos,
a medirse en la herida.
Si alguna vez me amaron,
si alguna vez amé,
se hizo tarde en el tiempo.
Para qué desvivir las horas rotas.
Aún queda el corazón,
queda el poema
en tardes como esta,
sin regreso.
lunes, 20 de marzo de 2017
MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS
En tardes como esta
la soledad respira, como un perro dormido,
junto a mí. Me acompaña.
Aguarda el silencio del mundo para lamer mis sienes,
recorrer las hojas de una agenda que oculta
un lugar y una fecha,
un renglón sin historia.
Podría escribir tu nombre
y en un papel cualquiera devolverte a la vida.
Mas la memoria quiere perderse entre la niebla.
Aún me sobra el dolor.
Puede que un día,
cuando el tiempo disponga
una manera nueva de habitar la distancia,
retornes a las notas de mi canto.
Algún día,
cuando el tiempo disponga.
Cuando, al fin,
no te olvide.
la soledad respira, como un perro dormido,
junto a mí. Me acompaña.
Aguarda el silencio del mundo para lamer mis sienes,
recorrer las hojas de una agenda que oculta
un lugar y una fecha,
un renglón sin historia.
Podría escribir tu nombre
y en un papel cualquiera devolverte a la vida.
Mas la memoria quiere perderse entre la niebla.
Aún me sobra el dolor.
Puede que un día,
cuando el tiempo disponga
una manera nueva de habitar la distancia,
retornes a las notas de mi canto.
Algún día,
cuando el tiempo disponga.
Cuando, al fin,
no te olvide.
domingo, 5 de marzo de 2017
MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS
Un día más...
Esta quietud me ofrece el espacio
que el tiempo no quiso concederme;
la palabra posible,
a tientas por mis labios;
los renglones desnudos
de una historia que escribe
sus últimos capítulos,
sus últimas batallas.
Un día más.
Y la tarde se cierne
sobre los muros de una ciudad
que reposa el cansancio de prisas apiñadas
y voces de taberna.
Un día más
a la sombra del árbol que me crece
como crece el silencio de la vida que late,
de la vida que aguarda más allá de las horas.
Un día más...
Esta quietud me ofrece el espacio
que el tiempo no quiso concederme;
la palabra posible,
a tientas por mis labios;
los renglones desnudos
de una historia que escribe
sus últimos capítulos,
sus últimas batallas.
Un día más.
Y la tarde se cierne
sobre los muros de una ciudad
que reposa el cansancio de prisas apiñadas
y voces de taberna.
Un día más
a la sombra del árbol que me crece
como crece el silencio de la vida que late,
de la vida que aguarda más allá de las horas.
Un día más...
sábado, 25 de febrero de 2017
MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS
Sentada en el sillón,
al brillo de una lámpara,
aguardaré detrás de las persianas.
Después,
cuando culmine el sol,
perdurarán las cosas que tanto amé...
Aquel libro de páginas muy blancas
que a ratos escribí,
y un poema sin firma,
y mis años tan quietos en el álbum de agua
que baña mis rodillas y me inunda,
trago a trago,
de vida.
La estancia va amueblando sus rincones
de momentos y risas.
Por las rancias techumbres cuelgan racimos
de un fruto inalcanzable.
Y mis años tan quietos en el álbum que evoca la realidad
cuajada de existencias,
la realidad que fue
y que hoy invento.
Una mancha de tinta y una letra imprecisa
cierran historias de soles que culminan,
de renglones intactos que pasaron sin gloria.
Historias entre líneas de escarpada andadura,
que insisten, que perviven detrás de las persianas,
junto a las cosas que tanto amé.
al brillo de una lámpara,
aguardaré detrás de las persianas.
Después,
cuando culmine el sol,
perdurarán las cosas que tanto amé...
Aquel libro de páginas muy blancas
que a ratos escribí,
y un poema sin firma,
y mis años tan quietos en el álbum de agua
que baña mis rodillas y me inunda,
trago a trago,
de vida.
La estancia va amueblando sus rincones
de momentos y risas.
Por las rancias techumbres cuelgan racimos
de un fruto inalcanzable.
Y mis años tan quietos en el álbum que evoca la realidad
cuajada de existencias,
la realidad que fue
y que hoy invento.
Una mancha de tinta y una letra imprecisa
cierran historias de soles que culminan,
de renglones intactos que pasaron sin gloria.
Historias entre líneas de escarpada andadura,
que insisten, que perviven detrás de las persianas,
junto a las cosas que tanto amé.
domingo, 19 de febrero de 2017
MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS
Mi silencio...
Perdido acantilado donde el dolor se escucha,
donde el placer se esconde
y vivir es leyenda interminable
para fingir que soy
silueta en su cristal de fantasías.
Vengo de tu silencio y a mi silencio voy.
Tal vez resurja el alba y me seduzca
su resplandor naciente,
abandone mi lecho como amante
que deja entre las sábanas
una pasión prohibida,
para huir,
correr por el largo vacío de su voz,
beber la última gota de su fuente
y hartarme su manar
que en mi ayuno es el pan que me alimenta.
Vengo de tu silencio.
Traigo muda la entraña
y sordos los sepulcros de mis senos dormidos.
Y a mi silencio voy.
Errante.
Doliente como el sol de atardecida.
Perdido acantilado donde el dolor se escucha,
donde el placer se esconde
y vivir es leyenda interminable
para fingir que soy
silueta en su cristal de fantasías.
Vengo de tu silencio y a mi silencio voy.
Tal vez resurja el alba y me seduzca
su resplandor naciente,
abandone mi lecho como amante
que deja entre las sábanas
una pasión prohibida,
para huir,
correr por el largo vacío de su voz,
beber la última gota de su fuente
y hartarme su manar
que en mi ayuno es el pan que me alimenta.
Vengo de tu silencio.
Traigo muda la entraña
y sordos los sepulcros de mis senos dormidos.
Y a mi silencio voy.
Errante.
Doliente como el sol de atardecida.
domingo, 12 de febrero de 2017
MÍA Y LA TARDE: SOLILOQUIOS
Cuántos atardeceres han pasado conmigo,
se han sentado conmigo detrás de los cristales...
He perdido la cuenta.
Sabían dónde hallarme,
donde el recuerdo resume la existencia,
donde el tedio se viste de finas porcelanas
que adornan los estantes,
desnudas,
bajo el polvo.
Engendraron poemas
-quién salvará mis versos del olvido-,
plasmaron en el lienzo el color de la tierra.
El crepúsculo anuncia
que el cielo se abandona a sus fantasmas.
Hay tanto por hacer...
He perdido la cuenta.
se han sentado conmigo detrás de los cristales...
He perdido la cuenta.
Sabían dónde hallarme,
donde el recuerdo resume la existencia,
donde el tedio se viste de finas porcelanas
que adornan los estantes,
desnudas,
bajo el polvo.
Engendraron poemas
-quién salvará mis versos del olvido-,
plasmaron en el lienzo el color de la tierra.
El crepúsculo anuncia
que el cielo se abandona a sus fantasmas.
Hay tanto por hacer...
He perdido la cuenta.
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